¡Hola! ¿llegaste aquí por casualidad o buscando otra cosa? Eso es una serendipia. Espero que te enamores y que nos sigamos encontrando. 

Hay un ritmo en las palabras que solo se siente. La poesía como la respiración entrecortada. La poesía como el mar bravo e imponente. La poesía como el compás que ordena el caos.

¿Al escribir poesía busco algo que se me ha perdido o intento salvarme? Para mí la poesía es resistencia, es memoria, es el refugio último cuando todo lo demás se ha ido.

La poesía es como la música. Antes de comprender un poema, lo escuchamos. Nos golpea el sonido de las sílabas, el vaivén de los acentos, la cadencia que se desliza. No importa si entendemos cada palabra; lo que importa es que nos atraviese, que resuene en nosotros como un eco.

Un poema puede desafinar, quebrarse y renacer para volver a empezar a ser poema. Quien escribe poesía compone, mide los silencios, deja que la melodía de las palabras haga su trabajo. Su finalidad no es otra que la de transformar sus palabras en emociones. El poema hace que el significado interpretable llegue, con musicalidad o sin ella, y la música toca el alma.

Y así, en cada verso, en cada pausa, la poesía nos recuerda que estamos vivos, que sentimos, que aún hay un rincón del mundo donde con poesía, el silencio y el lenguaje, se convierte en música.

——-

Llegó en la infancia y con sus ideas lleno mi panza,

de golosinas,

con sutileza,

sin ajetreos,

la vi deslizarse suavemente entre mis dedos.

Nació lacaya por su lenguaje y vive reina por su linaje

Tras sus ropajes me tope con mi coraje, mi fortaleza y fantasías, mis debilidades.

Es la poesía, amiga mía, que entre mis dedos, algunos días, vive dormida.

——–

Si llegaste aquí, quédate y nos hacemos compañía

Lola Maestra