Tener claro cuál es tu propósito en la vida no tiene comparación. ¿Tú lo sabes ya? Yo hay días que sí y otros que no, depende del pie con que me levante. Actualmente trabajo como fisioterapeuta y muchas veces me pregunto ¿es ese mi propósito de vida? Y me da miedo pensar que me entran las dudas. A mí lo que gusta es escribir, escribir sobre todo para los más pequeños y que mis cuentos lleguen a despertarles curiosidad, emociones y amor.
Este concepto, la búsqueda del propósito de vida del que hablo, se denomina ikigai. Proviene de la cultura japonesa y se puede traducir como «razón de ser» o «razón de vivir». El ikigai se refiere a aquello que da sentido y propósito a tu vida, algo que te motiva a levantarte cada mañana y te llena de satisfacción.
Descubrir tu ikigai implica una profunda introspección y un equilibrio entre varios aspectos de tu vida. Se suele representar mediante la intersección de cuatro círculos que abarcan:
- Lo que amas (Pasión): Actividades o intereses que te emocionan y te llenan de alegría.
- En lo que eres bueno (Vocación): Habilidades y talentos que has desarrollado y en los que destacas.
- Lo que el mundo necesita (Misión): Contribuciones que puedes hacer para mejorar el entorno o la vida de otras personas.
- Por lo que te pueden pagar (Profesión): Actividades o trabajos que pueden proporcionarte ingresos.
La búsqueda de mi propósito de vida ha terminado, mi ikigai es ser cuentista y vivir del cuento, metafóricamente hablando. Tal y como se presentó Gloria Fuertes <<Tengo el gusto de presentarme, soy Lola Maestra, vuestra amiga de los versos. En mi casa me llaman Loli, Lolichi, Mari Loli y Lola, me podéis llamar como queráis, siempre que os guste. Me intención no es otra que caeros bien, mi color favorito es el verde, mi flor favorita es la rosa, y mi político favorito NINGUNO>>. Mi camino está lleno de giros inesperados, momentos de duda y revelaciones profundas. A lo largo de los años, he descubierto que esta búsqueda no es un destino final, sino un proceso continuo de autodescubrimiento y de crecimiento personal. Hoy, quiero compartir algunas de las experiencias más significativas y las lecciones que he aprendido mientras navegaba por este camino hacia la comprensión de mi ikigai.
Desde una edad temprana, sentí una inquietud firme por hacer cuentos, pero entonces no tenía las herramientas para hacerlos realidad, todos los cuentos de la ogra maestra vienen de la infancia, yo ya tuve a esa pequeña ogrita en mi cabeza siendo una niña. Y luego todo eso se me olvidó y no fue hasta mis 36 años que surgió esa necesidad de escribir y contar mi experiencia con la dislexia. Mis primeros intentos de encontrar mi propósito estuvieron marcados por la experimentación y la exploración. Probé diferentes carreras, hasta que un día llegó la inspiración de escribir mi primer poema que luego transformé en cuento, “la ogra maestra”. Aunque a veces me he sentido perdida, cada experiencia, ya fuera un éxito o un fracaso, me acercaba un poco más a la verdad de quién soy y qué me motiva.
Una experiencia de ruptura me llevó a momentos más reveladores en mi búsqueda. Me encontraba en un punto bajo, sintiendo que mis esfuerzos por encontrar un propósito claro eran en vano. Decidí tomar un descanso e ir la playa a caminar e intentar meditar, con la esperanza de que el tiempo lejos de mi rutina habitual me proporcionara una nueva perspectiva. Fue durante una caminata al atardecer cuando tuve una inspiración. Observando las olas romper contra la orilla, me di cuenta de que mi propósito no tenía que ser una meta grandiosa o un logro impresionante. Podía encontrarse en los pequeños actos de conexión y en las simples alegrías de la vida cotidiana. Esta revelación me alivió y me llenó de una nueva determinación para seguir explorando.
La escritura ha sido una herramienta poderosa en mi viaje, en una charla con mi psicóloga ella me animaba a compartir mis escritos y por eso estoy aquí. Mantener un diario de escritos personales y poesías me ha permitido reflexionar sobre mis pensamientos y emociones, y ha sido una forma de descubrir patrones y temas recurrentes en mis experiencias. A través de la escritura, he podido identificar mis pasiones y valores fundamentales. Me di cuenta de que mi deseo de ayudar a los demás y de contribuir positivamente a mi comunidad era una constante en mi vida y que esto lo quería hacer a través de la poesía y de los cuentos infantiles.
Otro aspecto crucial en mi búsqueda ha sido aprender a escuchar mi voz interior. En un mundo lleno de ruido y distorsiones, encontrar momentos de silencio y reflexión ha sido esencial. La práctica regular de yoga, la meditación y la práctica de mindfulness me han ayudado a conectarme con mi ser más profundo y a clarificar mis verdaderas aspiraciones. Estas prácticas me han enseñado a ser más consciente de mis pensamientos y emociones, y a cultivar una mayor compasión y aceptación hacia mí misma.
La búsqueda de mi ikigai también me ha llevado a valorar las conexiones humanas y la importancia de las relaciones significativas. He aprendido que, a menudo, nuestro propósito se revela estando solos. Las conversaciones profundas, los actos de bondad y el apoyo mutuo son aspectos fundamentales que enriquecen nuestras vidas y nos ayudan a encontrar un sentido de pertenencia y propósito, pero la instropección, meditación y la charla con uno mismo también. Y ahí está la soledad, aprender a estar solo también es parte del proceso.
He llegado a comprender que la búsqueda de mi propósito no es un proceso lineal. Habrá momentos de claridad y momentos de incertidumbre, y está bien. Lo importante es mantenerse abierto y receptivo a las experiencias y oportunidades que la vida nos ofrece. He aprendido a abrazar la incertidumbre y a ver cada desafío como una oportunidad para crecer y aprender.
La búsqueda de mi ikigai ha sido una aventura llena de descubrimientos y aprendizajes. A través de la introspección, el apoyo de mis seres queridos, la escritura y la meditación, he encontrado un sentido más profundo de quién soy y de qué quiero contribuir al mundo. Aunque el camino no siempre ha sido fácil, cada paso me ha acercado más a la verdad de mi propósito. He aprendido que el propósito no se encuentra en un solo lugar o momento, sino en la forma en que vivimos nuestras vidas y en las conexiones que hacemos con los demás y con nosotros mismos. Y esta comprensión me ha llenado de una profunda gratitud.
Loli, Lolichi, Mari Loli y Lola
¡Feliz domingo!
Lola Maestra
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