El coraje y la motivación intrínseca han sido fuerzas constantes y necesarias en mi vida, conduciéndome a través de desafíos personales y profesionales. Estas cualidades, íntimamente ligadas, han moldeado mi carácter y han definido mi trayectoria, permitiéndome enfrentar mis miedos y seguir mis pasiones con determinación.

Desde muy joven, comprendí que el coraje no significaba la ausencia de miedo, sino la capacidad de actuar a pesar de él. Recuerdo cuando decidí dejar mi ciudad natal para estudiar en una universidad lejos de casa, concretamente en Mallorca. Fue una decisión llena de incertidumbre y ansiedad. Dejar atrás la comodidad de lo conocido, mi familia y amigos, para aventurarme en un entorno completamente nuevo, requirió un coraje que no sabía que tenía. Esa experiencia me enseñó que el coraje no es un acto grandioso y singular, sino una serie de pequeñas decisiones que tomamos todos los días para superar nuestros miedos y alcanzar nuestras metas. Todavía recuerdo con cariño las clases en catalán en la universidad y las compras sin medios para volver a casa cómoda, o diversas situaciones que me provocaron ansiedad, estrés o frustración. Sin embargo, la motivación intrínseca de aprender y crecer en un entorno nuevo, así como el coraje que había cultivado a lo largo de los años, me ayudaron a superar esos momentos difíciles. Con el tiempo, no solo me adapté, sino que también florecí, encontrando un profundo sentido de realización en mis estudios y en las relaciones que construí.

La motivación intrínseca ha sido mi compañera constante en este viaje. La pasión por aprender y la curiosidad por el mundo que me rodea me impulsaron a seguir adelante incluso cuando las cosas se pusieron difíciles. En mis estudios de fisioterapia, en la universidad, hubo momentos en los que me sentí abrumada por la carga de trabajo y las expectativas. Sin embargo, mi amor por el conocimiento y el deseo de entender más profundamente mi campo de estudio me mantuvieron en movimiento. No era la promesa de un título o una carrera lucrativa lo que me motivaba, sino la satisfacción personal que encontraba en el aprendizaje y en el crecimiento intelectual.

El vínculo entre el coraje y la motivación intrínseca se hizo aún más claro cuando comencé mi carrera profesional. Elegí un camino que no era el más fácil ni el más seguro, pero que resonaba profundamente con mis intereses y valores. Decidí dedicarme a una profesión, la fisioterapia, que me permitiera ayudar a los demás y hacer una diferencia en sus vidas. De nuevo, mi motivación intrínseca, o el profundo deseo de contribuir positivamente a la sociedad, me dio el coraje para seguir adelante.

Reflexionando sobre estos años, me doy cuenta de que el coraje y la motivación intrínseca no son cualidades estáticas; evolucionan con nosotros y se fortalecen a través de nuestras experiencias. He aprendido a escuchar mi voz interior, a reconocer mis verdaderos deseos y a enfrentar los desafíos con una mente y un corazón abiertos.

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En conclusión, el coraje y la motivación intrínseca han sido pilares fundamentales en mi vida. El coraje me ha permitido tomar riesgos y abrazar la incertidumbre, mientras que la motivación intrínseca me ha proporcionado la resiliencia necesaria para persistir cuando los tiempos son difíciles, y aunque a veces la inseguridad me da la mano, siempre termino conectando con estas fortalezas que me permiten seguir adelante y sacar partido de situaciones desafiantes.  Ellas, me han guiado a través de decisiones difíciles, me han permitido superar miedos y me han motivado a seguir mis pasiones. Estas cualidades, profundamente personales e íntimas, han definido quién soy y quién aspiro a ser. En un mundo que a menudo valora la seguridad y las recompensas externas, encontrar y cultivar el coraje y la motivación intrínseca es una tarea desafiante pero profundamente gratificante. Estas fuerzas internas no solo nos ayudan a alcanzar nuestras metas, sino que también nos permiten vivir una vida auténtica y significativa.

Gracias a todos los que dedicáis unos minutos a leerme.

¡Que comencéis la semana genial!

Un abrazo

Lola Maestra – Substack Suscríbete