Mi día a día a veces se me hace monotono. Supongo que como a todos. Te levantas y te tomas un café para espabilarte y comienzas a trabajar en casa, si teletrabajas, o te diriges al trabajo. Echas tus 8 horas y vuelves a casa cansada, pero sigues intentando hacer cosas que te llenen. ¿Para qué? Para llenarme de amor, esa es la única verdad. Yo al menos es lo que intento, llenar mi burbuja de cosas que me llenen el alma. Hoy me siento aquí delante del ordenador para escribir mis pensamientos y sentimientos, algo inusual en mí, pero que quiero hacer a menudo, al menos una vez en semana. Ponerme a escribir, ya sea poesía o hablar sobre algún tema que me motive me cierra las heridas, me ayuda a salir de la monotonía del día a día, les pone palabras a mis sentimientos y hace que todo sea más llevadero, y sí a veces lo consigo y otras veces no.
Hoy me gustaría hablarles del amor, ese sentimiento inexplicable que ha inspirado a poetas, escritores, filósofos y científicos a lo largo de la historia, es uno de los conceptos más complejos y profundos de la rutina humana. ¿Rutina? Y ¿por qué rutina? A veces la monotonía lo puede todo, ¿verdad? pero siempre puede más el amor, el amor por hacer, por crear, por investigar, por seguir, por seguir haciendo cosas y conseguir un objetivo cada día o dos.
El amor se puede manifestar de múltiples formas. El amor en la familia, el de una madre o un padre hacia sus hijos y viceversa, o el amor entre hermanos, el afectivo entre parejas, el amor platónico e incluso el amor propio. ¿qué es realmente el amor y por qué ocupa un lugar tan central en nuestras vidas?
¿Se podría decir que el amor es el eje central de nuestras vidas?, para muchas personas sí, hacemos lo que hacemos con amor, escribir, trabajar, etc. Todos nuestros actos en un proceso creativo tienen como base el amor a lo que hacemos, a nuestro tiempo dedicado en un vídeo, un diseño o dibujo o una poesía. El amor no es un sentimiento estático, sino una dinámica emocional y psicológica que evoluciona con el tiempo y con las circunstancias. En su lugar, cuando hablamos del amor romántico, por ejemplo, suele empezar con una fase de enamoramiento, caracterizada por una intensa atracción y una idealización del ser amado. Esta fase, aunque efímera, es fundamental para establecer un vínculo inicial. Sin embargo, a medida que la relación avanza, el amor se transforma en un sentimiento más profundo y maduro, basado en el respeto mutuo, la confianza y la comprensión.
El amor eterno es el que se manifiesta en el ámbito familiar, donde los lazos de sangre y la convivencia crean una red de apoyo y seguridad. Este tipo de amor es fundamental para el desarrollo emocional y social, ya que proporciona un sentido de pertenencia y protección. La familia, en su mejor expresión, es el primer lugar donde aprendemos sobre el amor incondicional y la importancia de cuidar de los demás.
¿Y el amor platónico?, se refiere a una relación afectuosa pero no sexual entre dos personas. Este tipo de amor puede ser tan profundo y significativo como el amor romántico, y se basa en la admiración, la amistad y la afinidad intelectual. Las amistades platónicas nos ofrecen un espacio seguro para expresarnos, compartir nuestras inquietudes y disfrutar de la compañía mutua sin las complicaciones que a veces trae consigo el amor romántico.
Pero el que gana la partida siempre es el amor propio, que es quizás el tipo de amor más fundamental de todos. Amarse a uno mismo implica reconocer y aceptar nuestras propias virtudes y defectos, cuidarnos física y emocionalmente, y establecer límites saludables en nuestras relaciones con los demás. El amor propio es la base sobre la cual se construyen todas las demás formas de amor, ya que solo cuando nos aceptamos y valoramos a nosotros mismos, somos capaces de amar verdaderamente a los demás.
Según he investigado, la ciencia también ha intentado desentrañar los misterios del amor. Investigaciones en neurociencia han demostrado que el amor activa ciertas áreas del cerebro asociadas con el placer y la recompensa, liberando neurotransmisores como la dopamina y la oxitocina, que nos hacen sentir felices y conectados. Estos hallazgos sugieren que el amor tiene una base biológica, aunque no se puede reducir únicamente a reacciones químicas.
En conclusión, el amor es un fenómeno multifacético que juega un papel crucial en nuestras vidas. En cualquiera de sus versiones este sentimiento nos impulsa a conectar con los demás, a crecer como individuos y a buscar la felicidad. A pesar de los avances científicos, el amor sigue siendo en gran medida un misterio, un enigma que desafía una comprensión completa pero que, sin duda, enriquece nuestra existencia.
Lola maestra – substack Suscríbete.
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